Presentamos a nuestro As de Espadas: la microglía. Una célula «micro» por su tamaño, pero «macro» por sus poderes de defensa del sistema nervioso central.
«Se debe a Pío del Río-Hortega el mérito de haber encontrado un método especial capaz de mostrar completamente, hasta sus más finas ramificaciones, la microglia cerebral normal y patológica. Gracias a esta preciosa contribución técnica, aplicable al hombre y a los mamíferos, se ha demostrado que las Stäbchenzellen, las células «intersticiales» de Achúcarro y todos los corpúsculos repletos de granulaciones, conocidos con los nombres de Gitterzellen, Füllzellen y Abräumzellen, no son más que simples variedades de la microglia normal que estaría dotada de una facultad de emigración y un poder fagocitario sorprendente.» [2]
Los seres humanos tenemos casi tantas células de microglía como neuronas en el encéfalo, aunque su número varía según si hablamos de unas condiciones fisiológicas, de inflamación, o patológicas. No se distribuyen de manera uniforme, sino que la proporción de microglía en las diferentes regiones cerebrales oscila entre el 0,5 % y el 16,6 % del total de células [3].
Se trata de unas células gliales muy versátiles, ya que tanto su forma como su estructura y distribución en el sistema nervioso varían según las funciones que estén desarrollando en cada momento, el lugar en el que se encuentren y las señales químicas que reciban de las células que las rodeen (ya sean estas otras células gliales, neuronas o infiltrados de células ajenas al sistema nervioso en situaciones patológicas). Se trata por lo tanto de unas células muy dinámicas.
Cada uno de los estados diferentes de
la microglía se conoce en nuestro campo de la neurociencia como «fenotipo». Aunque hay muchos
fenotipos diferentes, al microscopio se pueden diferenciar dos tipos de células
simplemente por la forma que tienen: células activadas (microglía reactiva) y células en reposo (microglía no reactiva).
Imágenes de microscopía confocal de células de microglía (color verde) con sus fenotipos no reactivo (a la izquierda) y reactivo (a la derecha) (fuente: https://youtu.be/1SZ2HVnGwIk?list=PLEU_4DYTRsCHPRnT2mlufUmpb_J0KlwmY&t=1623) |
En reposo, las células de la microglía tienen una zona central redondeada, de la que salen múltiples proyecciones, que parecen las patitas de una araña. Sin embargo, cuando las células de la microglía se activan (se vuelven reactivas), esas proyecciones desaparecen y la parte central se hace más grande, tomando forma como de huevo frito [4].
En realidad, las células de la microglía no son células nerviosas (como las neuronas, los astrocitos o los oligodendrocitos), sino que son células del sistema inmunitario (derivan de las células precursoras de la médula ósea, de origen mesodérmico) que se infiltran en el cerebro y en la médula espinal durante el desarrollo embrionario. ¿Para qué? Pues para estar lo más cerca posible de los peligros que puedan dañar el sistema nervioso central y, en el caso de que aparezcan, responder rápidamente a cualquier perturbación del sistema.
En condiciones fisiológicas las células de la microglía están todo el rato «escaneando» el ambiente que las rodea con unas prolongaciones que extienden y retraen para comprobar que las células que tienen alrededor se encuentran en un estado óptimo. Se calcula que recorren el cerebro en unas seis horas. Estas proyecciones también les permiten establecer contacto con diferentes sinapsis entre neuronas para comprobar que funcionan.
En el caso de que las células no estén en estado óptimo o que las sinapsis no funcionen, las células de la microglía sufren diferentes grados de activación en los que su forma va cambiando y las prolongaciones se van acortando, hasta llegar al estado de máxima activación en el que toman una forma redondeada y sin proyecciones (como un huevo frito). En este estado es cuando pueden ejercer funciones de macrófago para eliminar los detritus (debris) celulares y las neuronas muertas del tejido nervioso, gracias a un proceso que se llama «fagocitosis» y que no es otra cosa que «comerse» esos restos. Estos cambios, que somos capaces de ver en las formas, son el espejo de lo que está pasando dentro de la microglía y de su estado funcional [5].
Ante cualquier perturbación del ambiente que rodea a las células de la microglía, estas responden inicialmente liberando sustancias químicas que tienen dos funciones: eliminar la perturbación y atraer a otras células a la zona en la que está sucediendo el problema, para poder hacerle frente. Este proceso se conoce como «neuroinflamación».
Generalmente, la neuroinflamación es un proceso de corta duración, en el que se elimina aquello que está alterando la homeostasis (mantenimiento de la composición y propiedades del medio interno de un organismo) y las células de microglía fagocitan los restos, liberan sustancias antiinflamatorias (que eliminan la inflamación), y vuelven a su estado de reposo.
La llamada «poda de sinapsis» ocurre cuando las células de la microglía detectan que hay contactos entre neuronas que no están funcionando o que son redundantes, y deciden fagocitarlos para que la información fluya de una manera más eficiente y no se pierda en conexiones inútiles. El objetivo de la poda sináptica es por lo tanto lograr una conexión precisa de los circuitos cerebrales.
Todas las células de microglía expresan en su superficie unos receptores que podemos usar para marcarlas y verlas en un microscopio. Los más usados son Iba-1 y CD11b, pero además de estos marcadores, hay otros que sirven para reconocer cada uno de los fenotipos de la microglía. Estos otros marcadores pueden ser: receptores de membrana (por ejemplo para ver aquellas que fagocitan más, o las que interaccionan más con otras células), enzimas de dentro de la célula (que dan idea de qué rutas bioquímicas —proinflamatorias o antiinflamatorias— se están activando ante una situación determinada), u otras sustancias químicas (como por ejemplo marcadores de senescencia que nos van a decir si las células funcionan bien o no). En conjunto, todos estos marcadores son los que nos van a permitir saber qué es lo que está pasando.
En
situaciones patológicas, cuando estudiamos la región afectada, generalmente se
encuentran varios fenotipos de microglía en la misma zona. Es decir, que vemos
microglía proinflamatoria, cuya finalidad es eliminar el daño, y microglía antiinflamatoria, cuya finalidad es controlar y resolver la inflamación antes de que sea dañina para el tejido nervioso. En situaciones
patológicas, a medida que la enfermedad progresa, hay un desequilibrio de estos
fenotipos y la respuesta de la microglía deja de ser eficiente. Aparece entonces con mayor frecuencia el fenotipo proinflamatorio o un fenotipo senescente que no responde.
Se ha visto que la microglía es esencial
en el desarrollo del sistema nervioso humano, ya que en estas etapas iniciales, la división celular se produce en oleadas donde es crucial eliminar las células sobrantes para que todas las estructuras nerviosas que conocemos en el sistema
nervioso adulto se formen y funcionen de manera adecuada. De hecho, se ha observado que
un mal funcionamiento de la microglía en estas etapas podría estar relacionado
con la aparición de enfermedades como trastornos del espectro autista y de la conducta en niños.
Funciones de la microglía (dibujos de células de microglía: Natalia Yanguas Casás) |
La microglía también juega un papel crucial en todas las enfermedades neurodegenerativas, ya que en su mayoría van acompañadas de neuroinflamación.
Como hemos explicado antes, la neuroinflamación es un
proceso fisiológico cuya finalidad es la de hacer frente a alguna perturbación
del medio para proteger al individuo. Sin embargo, si este proceso no se resuelve y se vuelve crónico, los
mediadores inflamatorios que liberan las células de microglía activan a otras
células (como los astrocitos, microglía e incluso células que hayan sido
reclutadas de fuera del sistema nervioso) y se generan situaciones tóxicas que
pueden llevar a la muerte celular. Además, a medida que envejecemos, la
microglía se puede volver senescente y convertirse en incapaz de resolver con la misma
eficiencia que en etapas más jóvenes las alteraciones que percibe en su entorno.
En enfermedades como la esclerosis
múltiple, además del proceso de neuroinflamación crónica se ha descrito una fagocitosis deficiente de la mielina por parte de las células de
microglía, lo que genera un proceso de retroalimentación inflamatoria que es
cada vez más difícil de resolver, hasta que llega un punto en el que el sistema
no puede hacer frente a la situación y la enfermedad progresa [6].
Algo similar ocurre también en la
enfermedad de Alzheimer, en la que se ha encontrado que la microglía se concentra
alrededor de las placas de amiloide [7], y que se activa y se divide en esas zonas,
pero no es capaz de fagocitar las placas y eliminarlas [8].
En
el caso de la enfermedad de Parkinson, los déficits en la respuesta microglial
afectan al desarrollo de la enfermedad por el proceso de inflamación y una
fagocitosis deficiente de la α-sinucleína, entre otros [9].
También
se sabe que ciertas alteraciones en las funciones de la microglía que llevan a la
aparición de sinapsis aberrantes contribuyen a la patofisiología de la
epilepsia [10].
Estos
son sólo algunos ejemplos de enfermedades en los que alteraciones en las
respuestas de la microglía contribuyen a su desarrollo. Pero como os hemos
dicho, están implicadas en todas ellas, ya que controlan la neuroinflamación,
la fagocitosis y la formación de sinapsis.
¿Sabíais
antes de leer esto lo esencial que es esta célula para que nuestro cerebro
funcione de manera adecuada?
Pues, si te ha picado la curiosidad, aquí tienes más enlaces para seguir aprendiendo
NOTAS Y FUENTES CITADAS
[1] A principios del siglo XX, los trabajos y tinciones utilizadas por Ramón y Cajal y Achúcarro permitían distinguir en la neuroglía astrocitos protoplasmáticos de la sustancia gris (glía de radiaciones cortas), astrocitos fibrosos (glía de radiaciones largas) y un «tercer elemento» (en terminología de Cajal) que no se conseguía distinguir con precisión, conformado por «elementos adendríticos». Pío del Río-Hortega consiguió mejorar las técnicas de tinción que había aprendido con Achúcarro, gracias al método del carbonato argéntico, y vio mucho más que sus maestros; lo publicó en un trabajo de 1919 en el que acuñó el término «microglia», cuyo título es muy significativo: «El tercer elemento de los centros nerviosos. I La microglia normal. II Intervención de la microglia en los procesos patológicos. (Células en bastoncito y cuerpos granulo-adiposos). III Naturaleza probable de la microglia», Bol. Soc. Esp. Biol., 9, 69-129. En: CORTÉS GABAUDAN, Francisco (2009). Microglía, una aportación española del siglo XX al vocabulario médico. Panace@. Vol. X, n.º 29. Primer semestre, 2009 https://www.tremedica.org/wp-content/uploads/n29_entrermeses-Gabaudan2.pdf
[2]Trabajos del laboratorio de Investigaciones Biológicas, 23 (1925): 157-216].
[3] LAWSON, L.J., V.H. PERRY, S. GORDON (1992). Turnover of resident microglia in the normal adult mouse brain. Neuroscience, Volume 48, Issue 2, 1992: pp. 405-415 https://doi.org/10.1016/0306-4522(92)90500-2
[4] LAWSON, L.J., V.H. PERRY, P. DRI and S. GORDON (1990). Heterogeneity in the distribution and morphology of microglia in the normal adult mouse brain. Neuroscience. 1990;39(1):151-70. https://doi.org/10.1016/0306-4522(90)90229-W
Canal YouTube Instituto Cajal
Neurociencia para dummies, Natalia Yanguas Casás.
https://youtu.be/1SZ2HVnGwIk?list=PLEU_4DYTRsCHPRnT2mlufUmpb_J0KlwmY&t=1623
Blog Células Gliales
Microglía https://celulasgliales.com/microglia/
Canal YouTube Sinapsis EMP
Microglía Https://Www.Youtube.Com/Watch?V=-AV8BJXhyDU
Fagocitosis y Presentación De Antiígenos Https://Www.Youtube.Com/Watch?V=MFVcJur-D-S
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